A propósito del 70° aniversario del voto femenino en la República Argentina
"Mujeres de mi patria, recibo en este instante de manos del Gobierno de la Nación, la ley que consagra nuestros derechos cívicos. Y la recibo entre vosotras con la certeza de que lo hago en nombre y representación de todas las mujeres argentinas, sintiendo jubilosamente que me tiemblan las manos al contacto del laurel que proclama Ia victoria"
Así se refería Eva Duarte el 23 de septiembre de 1947 en que se producía la promulgación de la Ley Nacional 13010 de sufragio femenino y también conocida como "Ley Evita. De esta forma se consagraba la igualdad de derechos políticos entre mujeres y varones, otorgando a las mujeres la posibilidad de votar y de ser votadas.
El historiador Felipe Pigna nos dice que Evita debutó como oradora en el balcón de la Casa Rosada, lo haría para hablar ante una multitud convocada por la CGT que celebraba la obtención el voto femenino. Comenzaba a sonar estridente y metalizada por los altavoces, aquella voz enérgica que quedaría para siempre en el recuerdo de todos los argentinos, los que la amaban y los que la odiaban. Aquella voz inconfundible dijo entonces que se trataba de una “victoria de la mujer sobre las incomprensiones, las negaciones y los intereses creados de las castas repudiadas por nuestro despertar nacional”.
Es por ello que el 23 de septiembre fue establecido como el día Nacional de los Derechos Políticos de la Mujer en un intento por reconocer la igualdad de derechos políticos entre mujeres y hombres estableciéndose así el sufragio universal en Argentina.
El artículo 3 de la Ley Nacional 13010 establece claramente que Para la mujer regirá la misma Ley electoral que para el hombre, debiéndosele dar su libreta cívica correspondiente como documento de identidad indispensable para todos los actos civiles y electorales.
La sanción de la ley significó integrar a la mitad de la población que hasta ese momento estaba vedada de las prácticas políticas formales. Ello implicó un quiebre en los partidos políticos existentes, pues no se sabía cuál sería su comportamiento electoral.
El derecho de voto femenino se ejerció por primera vez en las elecciones del 11 de noviembre de 1951 en que 3 millones y medio de mujeres votaron donde resultó reelecto el presidente Juan Domingo Perón con el 63% de los votos. El sufragio ya era universal y veinticuatro bancas de diputados fueron ocupadas por mujeres y nueve como senadoras.
La tapa del diario Clarín del 11 de noviembre de 1951 anticipa que los resultados de las elecciones se conocerán en el mismo día. En un clima de gran entusiasmo cívico concurrirán hoy a los comicios convocados en toda la república más de 8.500.000 ciudadanos de ambos sexos, para elegir presidente y vicepresidente de la Nación, senadores y diputados nacionales, gobernadores de provincia, legisladores provinciales, delegados de territorios nacionales, constituyentes para Chaco y La Pampa y autoridades municipales.
En la misma tapa de Clarín aparece también el artículo Día de la Ciudadanía:
Cabe destacar, pues, el activo panorama cívico que ofrece la República al filo de la trascendental jornada. Es de celebrar porque no solo el mundo contempla hoy con gran interés a la Argentina, sino también porque de muchas repúblicas hermanas han venido periodistas y dirigentes obreros a seguir el desarrollo del acto… nuestra cultura y nuestro elevado civismo así nos comprometen. Hoy ofreceremos seguramente un bello ejemplo de emulación ciudadana y de práctica de la democracia.
Al día siguiente de la elección, Clarín titula con Gran jornada cívica
Hombres y mujeres se comportaron, pues, como experimentados miembros de una democracia que ha alcanzado su plena madurez. Las mujeres principalmente, son merecedoras del aplauso, ya que por primera vez acudieron a las urnas a expresar su voluntad cívica. Y lo hicieron magníficamente con extraordinario fervor y entusiasmo y con un espíritu ciudadano que indica cuan equivocados estaban los que negaron pertinazmente por largo tiempo, el inalienable derecho de decidir, ellas también, el destino político de la República.
Pocas leyes han tenido la trascendencia, necesidad y aceptación de esta ley, tanto que 70 años más tarde es considerada aún como un icono en la lucha por los derechos de la mujer, derechos que deben tomarse no como símbolo de inclusión, sino como igualdad y equidad ante la sociedad.
La efectivización de la ley 13010 fue la conclusión de un historial de luchas de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX en que muchas mujeres fueron impulsoras de la igualdad de derechos civiles y políticos, y de la autonomía de las mujeres; entre ellas, la misma Eva Duarte, Alicia Moreau de Justo, Elvira Rawson de Dellepiane, Julieta Lanteri, Cecilia Grierson, Carolina Muzzilli, Alfonsina Storni, Salvadora Medina Onrubia y muchas otras luchadoras.
EL CONTEXTO
Sería imposible de hablar de la historia del Peronismo y de la historia de la Argentina misma del siglo XX sin referirnos a una de sus figuras más centrales como fue la de la primera dama Eva Duarte de Perón. La Eva, Evita, la abanderada de los descamisados, la actriz, la pueblerina, la copera o como quieran llamarla no puede opacar la magnitud y el legado de tan tremendo ser humano.
La han criticado, la han denostado, han exaltados sus defectos y limitaciones, han alabado su enfermedad, han mutilado su cuerpo e intentaron exportar su recuerdo y su legado pero como toda campaña contra natura vuelve a aparecer en cada legado, en cada aniversario, en cada gesta patriótica, en cada campaña y en cada corazón peronista. Y también de los otros.
Sus discursos sobreviven al vinilo, la belleza de su cuerpo y su ser fueron reproducidos hasta el cansancio en miles de escenarios de salas de teatro de todo el planeta; la hicieron canción, le cantan en cada entonación de la marcha peronista y la dibujan en banderas, en camisetas, en bombos. Hasta los españoles la recuerdan cuando fue la noche oscura en la península.
Cuando la atención del planeta estaba puesta en la absurda guerra europea fue impulsora de la nueva Argentina, en el primer proyecto nacional y popular. Sacudió la administración pública y la sacó a las calles. Escuchó y habló con los postergados, dignificó a los trabajadores y retribuyó con equidad.
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