Playa Girón de Oswaldo Guayasamín en Producción Colectiva, Participativa e Inclusiva

Obra de Oswaldo Guaysamín en Fundación BBVA en Trujillo

Después de la gran repercusión que tuvo el Guernica como Producción Colectiva, Participativa e Inclusiva llevada a cabo por la camada de alumnos del Taller para Adultos de Dibujo y Pintura de la Escuela Superior de Bellas Artes Figueroa Alcorta en 2017, nuevamente apostamos a esta dinámica con la cohorte 2019. Pero en esta oportunidad queremos explorar en la obra del genial artista ecuatoriano Oswaldo Guayasamín en el centenario de su nacimiento y a 20 años de sus fallecimiento. Estamos ya trabajando en la producción de un mural con su obra Playa Girón que corresponde al periodo de la Edad de la Ira de Guayasamín.

Producción colectiva, participativa e inclusiva

Si bien el formato de muralismo ha tenido históricamente mensajes sociales, la producción siempre ha sido unipersonal. El desafío es recuperar la dinámica del mensaje del mural pero en una producción colectiva, participativa e inclusiva. Es colectiva porque le pertenece a un grupo de personas y es compartido por cada uno de sus miembros.

Es participativa porque todos pueden aportar en las estrategias de producción, expresar opiniones y sugerencias de manera de alcanzar acuerdos; y es inclusiva porque atiende a las necesidades de todos y especialmente a aquellos más vulnerables, marginados o excluidos. Y en cuanto a los contenidos es integradora y transversal, actualiza y genera puentes a la realidad.

Oswaldo Guayasamín

Este año se cumple el centenario del nacimiento y los  veinte de la desaparición física de Oswaldo Guayasamín destacado pintor, dibujante, escultor, grafista y muralista ecuatoriano. Fue el primero de diez hijos de José Miguel Guayasamín de origen quechua y de la mestiza Dolores Calero. Reveló su vocación artística a los siete años, pese al empeño de su padre, de ascendencia indígena, de convertirle en un profesional de cualquier otra área. Su mala trayectoria académica terminó dándole la razón al niño, y solo encontró su sitio en la Escuela de Bellas Artes donde ingresó en 1933. Se graduó como pintor y escultor a los 21 años (El País de España).


Guayasamín destaca por sus obras expresionistas que reflejan el dolor y la miseria de la humanidad, y su trayectoria artística y social le valió numerosos premios, como el galardón a la Defensa de los Derechos Humanos, otorgado por la Unesco en 1994 (Agencia EFE). Fue declarado en 1999 "Pintor de Iberoamérica" por la IX Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, y plasmó en etapas como la "Edad de la Ira" y la "Edad de la ternura", emociones y reflexiones sobre la violencia y el amor.

Guayasamín es uno de los últimos cruzados del imaginismo; su corazón es nutricio y figurativo, está lleno de criaturas, de dolores terrestres, de personas agobiadas, de tortura y de signos. Es un creador del hombre más espacioso, de las figuras de la vida, de la imaginación histórica. Pablo Neruda

 La Edad de la Ira es la segunda gran serie pictórica o etapa de pintura de Guayasamín, con un total de 130 cuadros, denuncia las injusticias y violencia a nivel mundial. La serie inició en la década de los 60’ y no fue concluida, pues a decir de Oswaldo Guayasamín la violencia no termina. En La Edad de la Ira los colores predominantes fueron los ocres, grises, rojo, blanco y negro (Alcaldía de Bogotá). Muestra toda la tragedia del siglo XX, las guerras mata-hombres, las torturas y el dolor que producían los dictadores, la angustia de las madres que perdieron a sus hijos. Denuncia la violencia del hombre contra el hombre (Fundación Guayasamín).

La Edad de la Ternura es un homenaje de amor a su madre, a las madres del mundo, como símbolo de defensa de la vida y de la Tierra, a los Derechos Humanos con más de 100 obras que produjo entre 1988 y 1999. Una sinfonía que pone en movimiento la entrega de los hombres al trabajo, para mejorar y vivir todos por la Tierra. Abundan aquí los retratos como Madre y niño, de 1989 (diario Clarín).

Guayasamín es un pintor telúrico y solar. Tierra y cielo le dan la materia íntegra de su obra. Solo, con su terrible soledad segura y agresiva, yo veo a Oswaldo Guayasamín parado, firmes sus pies sobre la tierra y admirativo bajo el sol, recibiendo todas las substancias que da la selva emborrachada por el calor solar, en el trópico; y la vaharada del llano, en la sierra, azotado también por el sol. Benjamín Carrión

Los murales de Guayasamín suelen tener otra característica particular: movimiento y presencia de frases, porque, en sus palabras, “un mural siempre tiene que contar algo…y si pudiera ponerle música a un mural, lo haría (Fundación Guayasamín).

Murió sin ver terminada una de esas dos grandes obras, su Capilla del hombre. Era más que un museo; quería construir un gran edificio de piedra que albergara sus creaciones por etapas. Su proyecto se hizo realidad tres años después de su fallecimiento, en 2002, de manos de sus allegados y con el impulso de la Unesco, que la declaró como "prioritaria para la Cultura" (El País de España).

No hay palabra para expresar los sentimientos y los recuerdos que guardo y guardaré de este hombre que ha dado lo mejor de sí por nuestros pueblos. Su memoria permanecerá en nosotros y será aliento permanente para quienes buscamos un mejor futuro para la humanidad. Rigoberta Menchú Tum, Premio Nobel de la Paz

Sin dudas su frase más reconocida fue “Siempre voy a volver. Mantengan encendida una luz” a la que Fabián Solano (2016) como  Embajador de la República del Ecuador en Cuba respondió “La luz estará siempre encendida, Oswaldo Guayasamín. Los pueblos de la América Nuestra seguirán de pie”.
Para saber más sobre Oswaldo Guayasamín:

www.capilladelhombre.com
www.guayasamin.org



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