Eva Viva en el Museo de las Mujeres
Un primer motivo, sencillo y necesario, para evocar y poner en vigencia y valor la figura de Evita es que de su vida queda mucho por conocer, por recorrer, por relatar, por recrear: sucesos, relatos, memorias, rasgos que al ser recuperados nos permiten cambiar la percepción que teníamos sobre ella y nos fuerza a revisar y reconsiderar. Siempre puede contarse o mostrarse una historia y una imagen nueva de Evita; es que así son los mitos, siempre se hacen presentes, se hacen referencias y una y otra vez vuelven al aquí y ahora. Y ella ha despertado devoción. El mito está dentro de la historia del Peronismo y de la Argentina. El mito permite la imaginación, la ensoñación y abre las puertas del alma colectiva.
Los discursos y el registro audiovisual de Eva Duarte de Perón son la fuente en que se basan los conceptos e ideas de la intervención. Rescato la necesidad de evocar y convocar la figura de una de las políticas más destacadas en el planeta dueña de una magia especial y envuelta en un mito que hasta el día de hoy esta tan vigente.
Me valgo de un conjunto de dibujos y pinturas creados con distintas técnicas mixtas con las que me permito jugar sobre patrones visuales ya reconocidos y que permiten seguir haciendo una búsqueda. Se suman otra serie de artefactos artísticos intervenidos en un intento de “materializar el mito”, hacerlo palpable, traerlo a la dimensión y en estos tiempos.
Sus discursos, su belleza, el encanto y especialmente el legado de Eva son la excusa para recordar a la abanderada de los pobres y de los descamisados. Y en ese sentido me animo a jugar evocando y provocando mientras trabajo sobre el mito.
Confieso que tengo una ambición, una sola y gran ambición personal: quisiera que el nombre de Evita figurase alguna vez en la historia de mi patria. Y me sentiría debidamente, sobradamente compensada si la nota terminase de esta manera: De aquella mujer sólo sabemos que el pueblo la llamaba, cariñosamente, Evita.La han criticado, la han denostado, han exaltados sus defectos y limitaciones, han alabado su enfermedad, han mutilado su cuerpo e intentaron exportar su recuerdo y su legado pero como toda campaña contra natura vuelve a aparecer en cada legado, en cada aniversario, en cada gesta patriótica, en cada campaña y en cada corazón peronista. Y también de los otros.
Nadie sino el pueblo me llama Evita. Cuando elegí ser Evita sé que elegí el camino de mi pueblo" Ahora, a cuatro años de aquella elección, me resulta fácil demostrar que efectivamente fue así. Nadie sino el pueblo me llama Evita.Sus discursos sobreviven al vinilo, la belleza de su cuerpo y su ser fueron reproducidos hasta el cansancio en miles de escenarios de salas de teatro de todo el planeta; la hicieron canción, le cantan en cada entonación de la marcha peronista y la dibujan en banderas, en camisetas, en bombos. Hasta los españoles la recuerdan cuando fue la noche oscura en la península.
Queremos una Argentina pacífica, poderosa y soberana y una masa de trabajadores unida y feliz como ninguna en el mundo. Queremos el bienestar de los trabajadores, la dignificación de los humildes y la grandeza de esta patria que Perón nos ha dado y que todos debemos defender como la más justa, la más libre y la más soberana de la Tierra.Cuando la atención del planeta estaba puesta en la absurda guerra europea fue impulsora de la nueva Argentina, en el primer proyecto nacional y popular. Sacudió la administración pública y la sacó a las calles. Escuchó y habló con los postergados, dignificó a los trabajadores y retribuyó con equidad.
Ya no quiero explicarles nada de mi vida ni de mis obras. No quiero recibir ya ningún elogio. Me tienen sin cuidado los odios y las alabanzas de los hombres que pertenecen a la raza de los explotadores. Quiero revelar a los pueblos. Quiero incendiarlos con el fuego de mi corazón.
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