Maudie, el color de la vida


Maud Dowley (Sally Hawkins) es una mujer alegre de Nueva Escocia que sueña con independizarse de su protectora familia. Everett Lewis (Ethan Hawke) es un huraño pescador local que busca asistenta. Tras ver su anuncio, Maudie no tarda en mudarse a casa de Everett para encargarse de las tareas del hogar. Pero lo que comienza siendo una difícil convivencia entre dos polos opuestos poco a poco irá transformándose en una historia de amor. Basada en hechos reales, la película cuenta la historia de la pintora canadiense Maud Lewis, de su relación con el que se convirtió en su inseparable compañero de vida Everett Lewis, y de cómo sus sencillas pinturas llegaron a ser vistas y reconocidas por todos los rincones del país convirtiéndola en una de las artistas folk más representativas de Canadá. (Filmaffinity).
Tan famosa en Norteamérica como prácticamente desconocida en Europa, la figura de Maud Lewis era sin duda carne de biopic. Resulta toda una singularidad como artista, en tanto se escapa de las corrientes más en boga a lo largo del siglo XX y de los tópicos con que se asocia a los pintores. Ni bohemia, ni atormentada, ni estrella ni postmoderna, sino todo lo contrario, Lewis sin embargo sí responde a otro lugar común que se adora en las narrativas en torno al mundo del arte: la del genio anónimo que alguien descubre por azar. Además, la pintora consiguió notoriedad a pesar de desarrollar toda su obra sin moverse del lugar donde residía. Para más inri, las dificultades y dolores físicos con los que convivió toda su vida y el hecho de haber salido adelante a pesar de la poca confianza que le mostraron sus allegados convierten su vida en un ejemplo perfecto de historia de superación personal (El Confidencial).


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