Vuelo de Color, crítica por Daniel Perez


Cultor de una importante y profusa vertiente figurativa, el pintor cordobés Juan Carlos Callejón también sabe incursionar en los senderos de la Abstracción, en este caso, a través de una serie de sugestivas formas orgánicas que se entrelazan y se ramifican con un talante vagamente vinculado a los refinados arabescos del art nouveau. La obra titulada "Vuelo de Color" también podría ser interpretada como el crecimiento rizomático de ritmos curvilíneos y armoniosas ondulaciones provenientes de alguna desconocida especie vegetal, generadora de hojas lanceoladas e inciertos bulbos extrañamente vivientes, cuyas direcciones se prolongan fuera de la superficie del cuadro para ocupar un creciente espacio virtual extendido según la lógica del rizoma, que crece, rizo a rizo y raíz a raíz, para alcanzar un desarrollo múltiple y constante. Desde esa perspectiva, la pintura de Juan Carlos Callejón podría ser leída como una metáfora del ciego impulso vital, que elabora su propia justificación con total independencia del mundo exterior, o como una ejemplar alegoría del proceso de pensamiento, cuyo hilo conductor se retroalimenta y se multiplica en un continuo flujo de nuevas preguntas e inevitables disgresiones que nos trasladan de lo intuido a lo desconocido, según el incesante fluir de la consciencia, ese potente río que nuestra voluntad no puede detener.

por Daniel Pérez

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